¿Es el cáncer una enfermedad prevenible?



Paola Maycotte González
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El cáncer es una enfermedad de importancia nacional y mundial. Las estadísticas recientes calculan que 1 de cada 5 personas desarrollará cáncer a lo largo de su vida. Además, de manera más alarmante, se calcula que 1 de cada 9 hombres y 1 de cada 12 mujeres morirán por causa de esta enfermedad (Bray et al., 2024). Esta enfermedad no es nueva, existen reportes en papiros egipcios (2,500 A.C.) y en historias griegas sobre masas observadas en diversas partes del cuerpo que sugieren la existencia de pacientes con cáncer. Sin embargo, esta enfermedad se ha vuelto más común en nuestros tiempos.

     Una de las principales causas del incremento en los casos de cáncer se relaciona con el aumento en la esperanza de vida. Los avances tecnológicos y médicos han reducido significativamente las principales causas de mortalidad, lo que ha llevado a un incremento en la expectativa de vida, que pasó de 32 años en 1900 a 71 años en 2021 (Our World in Data, 2024). En 2022, en México, la esperanza de vida promedio se ubicó en 75.5 años, con variaciones que iban desde 76.8 en la CDMX hasta 73.6 años en Guerrero, pasando por 75.1 años en Puebla (INEGI, 2023). Esto ha provocado una mayor prevalencia de enfermedades asociadas al envejecimiento, como el Alzheimer y el cáncer.

     Por otro lado, el incremento en la exposición a factores de riesgo vinculados a nuestro estilo de vida, también contribuye significativamente al aumento en los casos de cáncer en diversas partes del cuerpo. Por lo tanto, ¿qué podemos hacer para disminuir este riesgo y mejorar nuestra calidad de vida?

 

¿QUÉ ES EL CÁNCER?

 

El cáncer es una enfermedad causada por una proliferación descontrolada de las células del cuerpo. En etapas avanzadas de la enfermedad, las células cancerosas pueden migrar por el torrente sanguíneo y establecerse en sitios secundarios llamados metástasis. Estas últimas son la principal causa de muerte por cáncer. Sin embargo, esto no quiere decir que el cáncer sea siempre una enfermedad mortal. Se calcula que el tiempo que transcurre desde la aparición de una célula cancerosa o desde la exposición a un carcinógeno, hasta que se establece una lesión visible, varía entre años y décadas. Por lo tanto, los médicos tienen un periodo amplio de tiempo para detectar y tratar lesiones tempranas que, en su mayoría, son curables.

 

¿QUÉ CAUSA EL CÁNCER?

 

El cáncer se considera una enfermedad de caos, un quiebre en el orden biológico existente en el cuerpo. En efecto, las células del cuerpo tienen mecanismos de control de la proliferación celular. Normalmente, las células se dividen solo en el lugar y tiempo adecuados. Por ejemplo, cuando el organismo se está formando se necesitan células para formar los tejidos. También se necesitan células cuando el sistema inmunitario debe activarse para defendernos de alguna infección, o cuando se requiere reparar heridas y reemplazar células dañadas con nuevas. Para asegurar que las células se dividan adecuadamente, el cuerpo produce factores de crecimiento específicamente en el sitio donde esta proliferación es necesaria. Las células responden a estos factores entrando al ciclo celular y dividiéndose, pero no de manera indefinida. Cuando las células “sienten” la proximidad de otras a través de sus receptores de membrana, que se unen a los receptores de células vecinas o a la matriz extracelular, inhiben su proliferación.

     Las células también pueden regularse de manera negativa, como las células del sistema inmunitario, que deben inactivarse mediante la señalización de células regulatorias después de una respuesta inmune. Así, el cuerpo se asegura de mantener solo el número de células necesario para cumplir con sus funciones. Cuando una célula pierde estos mecanismos de control debido a una mutación o a cambios en los mecanismos de regulación génica, puede proliferar incluso en ausencia de factores de crecimiento, o puede desactivar los mecanismos que le impiden entrar en el ciclo celular, lo que provoca que se divida sin control.

     Los genes que regulan la proliferación celular y que se activan en cáncer se denominan protooncogenes y están presentes en todas las células de nuestro cuerpo, pero cuando estos se activan permanentemente y pierden su regulación por los mecanismos de control, se transforman en oncogenes, los cuales están activos en la mayoría de los casos de cáncer.

     El cuerpo también posee mecanismos para defenderse contra mutaciones espontáneas y contra células o lesiones precancerosas. Existen puntos de control en todas nuestras células que pueden enviarlas a apoptosis, un proceso de muerte celular programada; es decir, una forma de suicidio celular que se activa en caso de existir mutaciones o proliferación descontrolada. Estos mecanismos de control, o los genes que codifican para las proteínas que los regulan, y que se conocen como genes supresores de tumores, se encuentran inactivados en cáncer también como consecuencia de mutaciones o por alteraciones regulatorias.

     Los genes supresores de tumores más frecuentemente inactivados en el cáncer son p53 (nombrado así por el peso molecular de su proteína, de 53 kDa, y conocido como el “guardián del genoma”), y Rb (o retinoblastoma, denominado así por haber sido descubierto en casos de retinoblastoma, un tipo de cáncer que ocurre en la retina; es conocido como el “guardián del ciclo celular”).

     Existen también células especializadas del sistema inmunitario, como las células natural killer (NK) o las células T citotóxicas que, como su nombre lo indica, se encargan de “matar” o inducir apoptosis en células disfuncionales o alteradas que podrían convertirse en células cancerosas.

     Por lo tanto, para que una célula se vuelva cancerosa, debe desactivar o evadir mecanismos supresores de tumores celulares y del sistema inmunitario, así como activar las funciones de uno o varios oncogenes. La carcinogénesis, o formación del cáncer, es un proceso multietapa que no ocurre de manera repentina, sino que se desarrolla a lo largo del tiempo. Al vivir más tiempo y al perder funciones importantes del sistema inmunitario mientras envejecemos, acumulamos alteraciones funcionales en el cuerpo que, en ciertos casos, pueden dar lugar a una célula cancerosa.

 

FACTORES DE RIESGO

 

El hecho de que el cáncer esté ligado al envejecimiento sugiere que no hay mucho que hacer al respecto y que solo nos quedaría esperar a desarrollar cáncer mientras envejecemos. Sin embargo, sabemos que no todas las personas adultas mayores desarrollan cáncer a lo largo de su vida. Entonces, ¿cómo explicar esta paradoja?

     Como ya se mencionó, los cambios asociados a la carcinogénesis se dan a lo largo de mucho tiempo y constan de una serie de pasos. Por ello, aunque algunos casos de cáncer pueden considerarse accidentes aleatorios de la naturaleza y presentan una incidencia similar en todas las poblaciones, incluso en niños o jóvenes, otros están vinculados a la exposición a factores de riesgo ambientales o de estilo de vida que es posible evitar. Además, se han identificado factores preventivos que se asocian con una menor incidencia de la enfermedad. La Tabla 1 muestra los factores de riesgo más importantes que han sido asociados al desarrollo de cáncer.

 

¿CÓMO PREVENIR EL CÁNCER?

 

Si bien no se puede evitar por completo la posibilidad de desarrollar cáncer, sí podemos crear conciencia en caso de tener predisposición al desarrollo de esta enfermedad; o bien, identificar posibles cambios en nuestro estilo de vida que nos ayuden a disminuir la probabilidad de desarrollarlo. A continuación, se mencionan los factores de riesgo presentados en la Tabla 1 y recomendaciones sobre cada uno.

     Los factores de riesgo no modificables son la edad y la herencia genética. Si bien no podemos evitar envejecer ni podemos cambiar nuestros genes, sí podemos acudir a visitas médicas de rutina para vigilancia. Por ejemplo, en México, se recomienda a las mujeres mayores de 25 años realizarse una autoexploración mamaria mensual, y a las mujeres de 40 a 65 años una mastografía (radiografía a las mamas) cada 2 años, con el fin de detectar de manera temprana cualquier masa extraña en las mamas, el tejido más frecuentemente afectado por cáncer en mujeres (IMSS, 2021). También se recomienda que los hombres, a partir de los 45 años, o 40 si tienen antecedentes familiares, se sometan a pruebas para la detección del cáncer de próstata (Secretaría de Salud, 2021).

     En el caso de cáncer colorrectal, un tipo de cáncer cuya incidencia ha aumentado en los últimos años, se recomienda realizar pruebas de detección temprana en adultos mayores de 50 años, o antes para la población con mayor riesgo (IMSS). Todas estas pruebas son indicadas por el médico familiar, por lo que es importante asistir a visitas regulares e informar a nuestro médico sobre antecedentes familiares de cáncer, para que pueda recomendar medidas específicas. Entonces, si bien no podemos evitar los factores de riesgo no modificables, sí podemos vigilarlos y asistir a consultas médicas regulares para que, en caso de desarrollar algún tipo de cáncer, este se detecte en etapas tempranas y tenga un tratamiento oportuno.

     Los factores de riesgo modificables son aquellos en los que podemos incidir para disminuir nuestro riesgo de desarrollar cáncer e incluyen exposición a carcinógenos, infecciones e inmunosupresión.

     En cuanto a la exposición a carcinógenos, dos carcinógenos cuya asociación con el desarrollo del cáncer está bien establecida son el tabaco y la radiación UV del sol. Fumar tabaco se ha relacionado con diversos tipos de cáncer, incluyendo un tipo de leucemia, cáncer de vejiga, cervical, de esófago, riñón, de la cavidad oral, páncreas, estómago y, por supuesto, de pulmón. La exposición al humo de cigarro de segunda mano en los llamados fumadores pasivos, se asocia también con el riesgo de desarrollar cáncer y otras enfermedades. En algunos países, como Estados Unidos, se calcula que el tabaco es causante del 30 % de todas las muertes por cáncer (NCI y NIH, 2023). De manera importante, no fumar o dejar de fumar disminuye el riesgo de morir por cáncer en general. Por lo tanto, es crucial evitar la exposición propia y de otras personas al humo del tabaco para reducir el riesgo de padecer cáncer en diversos tejidos.

     La radiación UV del sol es la causa principal de cáncer de piel, por lo que es fundamental reducir la exposición directa al sol, proteger la piel con ropa adecuada y utilizar bloqueador solar cuando sea necesario exponerse. Además, la exposición continua a los rayos X u otras pruebas de diagnóstico que involucren radiación puede contribuir al desarrollo de cáncer en algunos tejidos. Aunque una o pocas radiografías generalmente no tienen efectos significativos, la exposición continua a la radiación sí puede incrementar el riesgo de desarrollar leucemia, cáncer de tiroides, de mama, mieloma, cáncer de pulmón, estómago, colon, esófago, vejiga, ovario y cáncer en niños y adolescentes (NCI y NIH, 2023).

     Otro factor de riesgo modificable es la exposición a infecciones, particularmente porque ciertos tipos de virus y bacterias predisponen al desarrollo de cáncer. Como ejemplo tenemos al virus del papiloma humano (VPH), que predispone a cáncer de cérvix, vagina, pene, ano y orofaringe; los virus de la hepatitis B y C, que predisponen al cáncer de hígado; el virus de Epstein-Barr, que aumenta el riesgo de linfoma de Burkitt, un tipo de cáncer del sistema linfático; y la bacteria Helicobacter pylori que incrementa el riesgo de cáncer de estómago. Actualmente existen vacunas para algunos de estos virus, como el de la hepatitis B y el VPH, por lo que es importante vacunarse para disminuir el riesgo de padecer los tipos de cáncer a los que están asociados. En México, la vacuna contra el VPH se recomienda para niñas de quinto grado de primaria (11 años de edad), por no haber iniciado su vida sexual y no haber estado expuestas a la infección con este virus (Gobierno de México, 2015). En otros países se recomienda también la vacunación en niños, ya que el VPH también causa cáncer en hombres.

     Los medicamentos inmunosupresores se han asociado a un mayor riesgo de cáncer ya que evitan la función vigilante o supresora de tumores del sistema inmunitario y favorecen las infecciones. Hay poco que se pueda hacer con respecto a este tipo de medicamentos, ya que se recomiendan en personas que han recibido trasplantes; en estos casos es importante estar bajo vigilancia médica continua.

     Otros factores de riesgo cuya asociación no es completamente clara incluyen la dieta, el consumo de alcohol, la falta de actividad física, la obesidad, la diabetes y factores ambientales. Aunque la contribución de cada uno de estos factores no está bien definida, un estudio calculó que, durante 2019, el 40 % de todos los casos de cáncer y el 44 % de todas las muertes por esta enfermedad pudieron evitarse si se hubieran evitado factores de riesgo modificables, incluyendo los sugeridos y los demostrados (Islami et al., 2024). Por lo tanto, se recomienda mantener un peso adecuado, alimentarse con alimentos saludables y mantenerse activo.

     Tener sobrepeso u obesidad, así como llevar una vida sedentaria, aumenta el riesgo de desarrollar 15 tipos distintos de cáncer, incluyendo cáncer de cabeza y cuello, tiroides, pulmón, hepático, vejiga, ovario, endometrio, mama posmenopáusico, estómago, páncreas, riñón, colorrectal, próstata, mieloma múltiple y meningioma.

     Se recomienda realizar actividad física aeróbica durante 150 minutos semanales a intensidad moderada o 75 minutos a intensidad vigorosa, combinada con actividad de fuerza dos o más veces a la semana. En el caso de adolescentes (menores de 18 años), se recomienda 60 minutos diarios de actividad aeróbica y ejercicios de fuerza tres días a la semana. Las actividades aeróbicas moderadas para mayores de 18 años incluyen caminar, podar el césped o practicar aerobics, mientras que las vigorosas abarcan correr, nadar o andar en bicicleta (AACR, 2023). Las actividades de fuerza incluyen actividades como yoga, artes marciales y pesas. Un estudio también reveló que las personas que realizan actividad aeróbica de manera regular tienen menos probabilidad de desarrollar cáncer metastásico. Aunque la actividad física no previene completamente el desarrollo de cáncer, puede mejorar el pronóstico en caso de desarrollar esta enfermedad.

     Con respecto a la alimentación, una dieta inadecuada, caracterizada por el consumo de alimentos procesados y la ausencia de frutas y vegetales frescos, se asocia con el 5 % de los casos de cáncer, particularmente el colorrectal. Los alimentos procesados suelen contener altos niveles de azúcar, sal, grasa, conservadores y aditivos. La dieta debe incluir frutas y vegetales frescos, nueces, granos enteros y pescado. Además, el consumo del alcohol está asociado con más de 200 enfermedades distintas y aumenta el riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer, como los de cabeza y cuello, esófago, mama, colorrectal, hígado y estómago. Las recomendaciones son las siguientes: no beber es mejor que beber, pero si se bebe, debe hacerse en moderación. Un consumo moderado de alcohol se considera menos de una bebida al día en mujeres y menos de dos bebidas diarias en hombres adultos (AACR, 2023).

     Las enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2, se han relacionado con varios tipos de cáncer, entre ellos el hepático, de páncreas, endometrio, colorrectal, de mama y de vejiga. Se ha propuesto que esta susceptibilidad se debe a factores propios de la enfermedad, como los altos niveles de insulina e inflamación. Por lo tanto, las personas con diabetes deben mantener un control adecuado de su condición y una vigilancia médica regular para evaluar el riesgo de desarrollar cáncer.

     Finalmente, es fundamental evitar, o al menos minimizar, la exposición a contaminantes o carcinógenos asociados a la profesión. Ejemplos de estos son el arsénico, el asbesto, la radiación y el plomo (AACR, 2023).

     El conocimiento de los factores de riesgo asociados al cáncer ha permitido a los gobiernos establecer políticas públicas encaminadas a su prevención. Destacan los convenios internacionales para el control del tabaco que regulan su publicidad, promoción, medidas fiscales y etiquetado, además de medidas para la prevención primaria como la vacunación o el asesoramiento médico para evitar comportamientos de alto riesgo que promuevan la aparición de la enfermedad. Será importante también asegurar el acceso equitativo de toda la población a los servicios de salud, de manera que las medidas institucionales para la prevención la enfermedad y su detección temprana nos beneficien a todos.

     Como mensaje final, es importante mencionar que tener una vida saludable, comer sano, hacer ejercicio y evitar exponernos a carcinógenos como el tabaco y la luz UV son hábitos que nos ayudarán a mantener una buena salud y disminuir nuestra predisposición a desarrollar muchas enfermedades comunes en la actualidad, entre ellas, el cáncer.

 

REFERENCIAS

 

American Association for Cancer Research, AACR (2023). Reducing the Risk of Cancer Development. Recuperado de: https://cancerprogressreport.aacr.org/progress/cpr23-contents/cpr23-reducing-the-risk-of-cancer-development/.

Bray F, Laversanne M, Sung H, Ferlay J, Siegel RL, Soerjomataram I and Jemal A (2024). Global cancer statistics 2022: GLOBOCAN estimates of incidence and mortality worldwide for 36 cancers in 185 countries. CA Cancer J Clin 74(3):229-263. DOI: https://doi.org/10.3322/caac.21834.

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Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS, Gobierno de México (2021). Guía Técnica para la Atención Integral del Cáncer de Mama.

Islami F, Goding Sauer A, Miller KD et al. (2024). Proportion and number of cancer cases and deaths attributable to potentially modifiable risk factors in the United States, 2019. CA Cancer J Clin. DOI: https://doi.org/10.3322/caac.21858.

National Cancer Institute, NCI and National Institutes of Health, NIH (2023). Risk Factors for Cancer. Recuperado de: https://www.cancer.gov/about-cancer/causes-prevention/risk.

Our World in Data. University of Oxford, Oxford Martin School and Lab GCD. Recuperado de: https://ourworldindata.org.

Secretaría de Salud, Gobierno de México (2021). Prueba oportuna de antígenos favorece la detección del cáncer de próstata. Blog. Recuperado de: https://www.gob.mx/salud/es/articulos/prueba-oportuna-de-antigenos-favorece-la-deteccion-del-cancer-de-prostata?idiom=es.

 

Paola Maycotte González
Centro de Investigación Biomédica de Oriente Instituto Mexicano del Seguro Social

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