Neurofilosofía del yo. Autoconciencia e identidad personal.
Francisco Pellicer Graham
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AUTOCONCIENCIA E IDENTIDAD PERSONAL
JOSÉ LUIS DÍAZ GÓMEZ
Ed. Bonilla Artigas Editores
Programa Universitario de Bioética, UNAM
Colección Bioética
México, 2022
Estoy ante la última entrega editorial de José Luis Diaz, obra extensa que de alguna forma hace acopio y destila el conocimiento que tiene en el ámbito del fenómeno de la conciencia, en esta ocasión enfocada a la autoconciencia, es decir a las raíces del Yo. Si bien el libro está constituido como un decálogo, estos diez capítulos son diez ensayos autocontenidos, pero también nos ofrece la transversalidad que conecta a la materia core del tratado; ese es, creo, uno de sus mejores atributos. Otro importante, me parece, es que es una obra que, por su escritura fluida y de lectura amigable, resultará interesante para un lector no totalmente relacionado con el tema. lo que la convierte en una obra introductoria al mismo, pero también exige del lector, desde luego, interés y cierto grado de información o formación; de utilidad también para el especialista dada la sistematización de los ensayos y lo pulido de las tesis expresadas.
Por razones de tiempo y espacio, y tal vez porque están más cerca de mi quehacer e interés para esta glosa me enfocaré solamente en algunos de los conceptos expresados en el libro. El primero, “Sensibilidad”, es un capítulo fundacional, es decir, es una declaración de principios de carácter: epistémico, ontogénico, fisiológico, filosófico, del lenguaje, y más, con respecto al concepto uno mismo; en él, se trata con acuciosidad los estamentos de tipo histórico-teóricos expuestos por varios autores que sentaron las bases de la autoconciencia. De este capítulo quiero resaltar el concepto de diacronía (Klein, 2014), que oportunamente expone J. D. Díaz, para puntualizar que el Yo del individuo es y se debe estudiar a través del tiempo, es decir, sí a la instantánea fotográfica, pero mejor a la película toda de lo que es el Yo y su historia, la cual nos pone en un terreno de búsqueda sobre las constantes esenciales, constitutivas de la autoconciencia a través del tiempo. Párrafos adelante, J. L. Díaz expone:
[...] el cuerpo viviente es un objeto espaciotemporal que permanece siendo el mismo por el tiempo que dure, a pesar de cambios en su composición y en su forma,
y luego agrega: “[...] el criterio naufraga si los cambios son demasiado rápidos o modifican la estructura de manera importante o definitiva”. A este respecto me vino a la mente un pequeño experimento teórico que si bien no resuelve el acertijo, propicia la reflexión y la búsqueda. Pienso en una oruga que salió de un huevo que puso un ángel; este último personaje llegará a escena en el desenlace; del huevo, cuatro días después de puesto, emerge una pequeña oruga dotada de la capacidad de trasladarse, alimentarse, medir y percatarse de los límites de su entorno, entre otras cosas. Durante un período de 9 a 15 días, la oruga cambia de piel en cinco ocasiones, dado que incrementa su masa corporal 2,000 veces, lo que deviene en una velocidad de crecimiento brutal. Posteriormente, la oruga inicia la construcción de una bolsa donde establecerá su morada durante 14 días más, para transformarse en crisálida. Una vez operada la transformación, la bolsa se rompe y emerge un ángel contraído, plegado. Este “otro” individuo bombea fluidos para desplegarse magnífico de forma, color, textura y hechura, radicalmente distinto a lo que eclosionó 30 días antes. El ángel se llama Danaus plexippus, y todos lo conocemos como mariposa Monarca.
La primera pregunta es: ¿el individuo oruga es el mismo que el individuo mariposa? Me refiero, de forma esencial, a si esta metamorfosis, radical en tiempo y forma, realmente hace naufragar, como dice Díaz, la premisa del diacronismo con respecto al Yo mismo. Más adelante, menciona:
[...] si bien partes de mi cuerpo se pueden perder o ser reemplazadas sin que pierda mi identidad, una de ellas parece crucial para mantenerla y esa parte es... mi cerebro.
Con este planteamiento está claro que la esencia de la autoconciencia radicaría en el cerebro, de tal forma que, regresando a nuestro experimento, el sistema nervioso de la oruga claramente no es igual al sistema nervioso de la mariposa; sin embargo, le da origen. ¿Recordará la mariposa su pasado oruga? ¿Está en la radicalización del cambio la pérdida de la genitura? ¿Son realmente dos entidades –individuos– distintos? Es en esta línea finísima donde tenemos que plantearnos preguntas y tratar de encontrar respuestas.
Otro concepto fundamental tratado en este libro, es con qué infraestructuras del individuo podemos hacer autoconciencia. La corporalidad (capítulo II) implica la residencia del Yo mental y, claro está, su interconexión. Al respecto, J. L. Díaz puntualiza que no es una dicotomía; el pseudo dualismo cuerpo-mente lo trata como una entidad de compuestos distintos y esa entidad se logra mediante la fisiología, es decir, con receptores sensoriales que le dan al individuo la capacidad de percibir el medio ambiente externo y también su propio ambiente y situación internos.
El problema es que estamos acotados por el sistema sensorial que tenemos, el cual nos permite percatarnos de ciertos tipos de energías y no de otros, por lo que la construcción del entorno se realiza con estas limitantes, a lo que hay que sumar los autosensores, esos receptores que nos ubican a nosotros mismos con respecto a nosotros mismos y el entorno.1
El último al que aludiré al respecto, como bien acota J. L. Díaz, es el sistema para percatarnos del daño en el organismo, ya sea infligido desde el exterior o generado internamente. Este, desde mi punto de vista, es una ventana extraordinaria para evaluar la autoconciencia, pues en sus fallas, como ocurre en algunos síndromes de insensibilidad congénita al dolor2 o la presencia de un miembro fantasma después de su amputación (tan doloroso como inexistente3) están algunas claves de la construcción del Yo donde intervienen ingredientes claramente somáticos, pero también genéticos y epigenéticos, lo que complejiza el concepto que da origen al libro. Estamos pues ante una obra vasta, colmada de información, pulcramente escrita, que eclosiona como la crisálida aludida en un momento de crisis, pero también de esperanza para el campo de la conciencia.
LECTURAS RECOMENDADAS
1 Pellicer Graham F (2011). Conciencia y Visión: la mirada dentro del ojo. Ciencia 40-47, octubre-diciembre.
2 Pellicer F, Buendía-Roldán I and Pallares-Trujillo V.C (1998). Self-
mutilation in the Lesch-Nyhan syndrome: a corporal consciousness problem? –a new hypothesis. Medical Hypotheses 50:43-47.
3 López-Avila A and Pellicer F (2001). Nuevas aproximaciones al problema del miembro fantasma. Salud Mental 3(24):29-34.