Carta a la redacción



Julio Glockner Rossainz
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No me sorprende que el profesor Julio Muñoz haya renunciado, después de un año de silencio, a una discusión que no supo iniciar. Esto se debe no sólo a su desconocimiento de otras disciplinas sino a su falta de tacto para acercarse a ellas. La insolencia no es un buen camino para el entendimiento. El profesor Muñoz distorsionó algunas cosas que dije, se empeñó en no comprender otras e hilvanó una serie de autoafirmaciones que, supongo, lo habrán dejado satisfecho. En mi réplica a sus comentarios (Elementos 71) examino uno a uno sus argumentos y le demuestro sus desatinos y falsas apreciaciones. En aquella respuesta intenté centrar la discusión, dejando atrás sus diatribas y las mías, planteando el problema que, supuse, realmente nos interesaba: la distinta manera de concebir eso que llamamos realidad entre la moderna racionalidad occidental y la racionalidad de culturas tradicionales en las que se consumen sustancias psicoactivas o enteogénicas. No sé si lamentar su renuncia a discutir conmigo, –quizá no hubiéramos llegado muy lejos– ¡pero son tan pocas las oportunidades para cruzar ideas entre disciplinas tan absurdamente distantes como la antropología y la neurofisiología! En fin, que sirva al menos esta experiencia como ejemplo de cómo no se debe iniciar una discusión.

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