Los animales y nosotros
Enrique Soto Eguibar
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El número de junio de 2008 de la revista Letras Libres está dedicado al asunto de los animales y su relación –generalmente desafortunada– con el hombre. Como en números anteriores, en Letras Libres se encara la cuestión desde múltiples perspectivas, incluyendo un relato, asombroso y jocoso, de Alejandro Castaño, sobre el destino de los hipopótamos que quedaran en la hacienda Nápoles luego de la muerte del celebérrimo Pablo Escobar Gaviria.
La reflexión sobre la relación entre el hombre y los animales no es un asunto trivial, sin embargo, en nuestro medio, ha recibido realmente muy poca atención. Los intelectuales mexicanos parecen mucho más ocupados en el estudio y preservación de la fauna político-administrativa del país, que de las consideraciones éticas relacionadas con el sacrificio (perdón por el eufemismo) de miles y miles de animales diariamente y en las peores condiciones posibles. Letras Libres abre con este número lo que ojalá se convierta en un verdadero debate sobre el grave problema que significa el trato que damos a los animales y su utilización en todos los planos: en la industria del vestir, en la alimentaria, en la industria farmacéutica y de cosméticos, en el agro, en la ciencia y finalmente como mascotas. La maximización de las ganancias económicas en el negocio alimentario, particularmente en relación con el ganado vacuno, los cerdos y las gallinas, implica un sufrimiento sin límites, y no se trata únicamente de la matanza, sino de la vida misma, el transporte, la comercialización infame y, finalmente, sí, la matanza sin fin.
En nuestro país los “usos y costumbres” llevan a un abuso que implica una negligencia absoluta que a todas luces exacerba el sufrimiento animal hasta extremos vergonzantes. Personalmente, he sido testigo de escenas dantescas, por ejemplo, en el “tradicional” mercado de Yecapixtla, fuente de la también tradicional cecina (o tasajo). Si sentimos horror ante el holocausto, por qué no traspolar este sentimiento a la matanza animal. Los ranchos de ganado vacuno para producción de carne de la zona sur de Veracruz (cerca del pintoresco Tlacotalpan) son en cierta forma como el Auschwitz de las vacas. Algún día no lejano intenté detenerme a fotografiar este campo de concentración animal para dar testimonio de la brutalidad humana. El olor me impidió accionar. Las arcadas que anteceden al vómito me hicieron huir del lugar, simplemente dando la espalda a lo obvio; esa tarde, o al día siguiente o al mes siguiente, estaría yo consumiendo uno de los pobres animales que en fila asistían a cumplir su destino: el matadero. Indudablemente, el cambiar las formas en que tratamos y concebimos a los animales significará también un cambio en la forma en que concebimos a los demás seres humanos y a nosotros mismos. Dar valor a la vida, no como discurso político, sino como problema ético, aceptar el enorme dilema que encaramos los que consumimos carne de cualquier animal.
En relación con la ciencia, el asunto de los animales ha sido un foco de atención para quienes hacemos la revista Elementos, desde que en el año 2000 dedicamos el número 36 de la revista a la cuestión de los animales (disponible gratuitamente en: www.elementos.buap.mx). Hemos abordado reiteradamente el asunto y pensamos que son justamente las revistas multidisciplinarias, que pretenden reflexionar sobre la ciencia, las que habrán de elevar la cuestión de los animales a la consideración seria y honesta de las sociedades científicas. No se trata de argumentar en contra de la necesidad de la ciencia de contar con suministros animales, pero sí de crear conciencia y debatir sobre el dilema ético que ello significa para los científicos en el área biomédica. Desarrollar este debate en el seno de las instituciones que realizan investigación con animales contribuirá a elevar la calidad del trabajo científico y seguramente nos hará a los científicos mejores personas. Para contribuir a esta reflexión es que incluimos en este número un texto de George Steiner, Del hombre y la bestia.
Finalmente, no puedo dejar de insistir en la labor que hace Letras Libres, una revista que en los últimos tiempos parece superarse a sí misma número con número. Éste, dedicado a los animales, no tiene desperdicio y está disponible en la red de forma gratuita en: http://www.letraslibres.com/index.php?sec=32&num=114 (paciencia: el portal electrónico de Letras Libres es particularmente lento).