Las Galápagos



Enrique Soto Eguibar
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Ir a las Galápagos era un sueño desde la preparatoria, que surgió cuando leí sobre la vida de Darwin y la teoría de la evolución. Cuando te gusta la biología y tienes amor por los animales y la naturaleza, las Galápagos se vuelven un lugar sumamente atractivo para cualquiera, hagas o no fotografía, era un viejo sueño de ir a un lugar mítico y de un cierto exotismo. Entonces, en 2013 tomamos la decisión de hacer el viaje, pensando además en las posibilidades para realizar un ensayo fotográfico.
    Tomamos un vuelo México-Quito, de ahí a Guayaquil y de Guayaquil un tercer avión hasta las islas Galápagos. Hay dos aeropuertos; uno, entiendo, quedó de la Segunda Guerra Mundial, esto es muy interesante, porque los norteamericanos pensaron que si había una invasión de Japón iba a ser por el sur y que las islas Galápagos eran una entrada ideal para ellos, entonces pusieron una base militar muy grande en la isla Baltra y el aeropuerto sigue utilizándose, aún hay restos de algunos búnkers y en su estancia ahí los marines diezmaron la población de animales, en esa isla –Baltra– no dejaron una sola iguana viva. Las están reinsertando, pero cincuenta años después.
    Hay dos maneras de visitar las islas Galápagos, una es en los grandes cruceros que son sumamente costosos, pero muy cómodos y recorren varias islas. Por ejemplo, hay uno de National Geographic especializado en cierto modo en fotografía de naturaleza que te ofrece las condiciones ideales, pero el costo es muy alto. En ese crucero se hace un tour fotográfico, se regresa al barco a “revelar” y discutir las fotografías y luego se vuelve a fotografiar en las tardes. Y en esas condiciones se puede hacer fotografía de alta calidad. Hay otro, también de primera, de Scientific American, este es un crucero científico que lleva profesores que en las noches hacen conferencias. 
    Nosotros fuimos a la libre, una manera de viajar asequible para profesores universitarios y fotógrafos no pagados por grandes empresas. Es muy recomendable, se lleva uno la vida en paz aunque en algún momento está uno sujeto a los horarios de las lanchas, cruceros y transbordadores, pero puede uno estar tranquilo; una sola isla da para una semana, nosotros estuvimos siete días en la isla Santa Cruz y de ahí tomamos tours a otras islas.
    En lo relativo a la fotografía, las posibilidades en las Galápagos son vastas: cantidad de animales y una vegetación muy exótica y diferente a la que conocemos, aunque las condiciones en que hice mis fotos no eran las ideales, ya que los recorridos que hicimos implicaban viajar en las mañanas, que es el mejor momento para tomar fotos, estás siempre en una lancha, y en las tardes estás en otra embarcación regresando de algún lado. 
    Las horas que pasé en las islas fueron de las peores para hacer fotografías, además de que en estos viajes hay una parte de fotografía y una parte de paseo, de placer, de turismo que se van combinando; como resultado, no siempre tomé las fotos en las horas adecuadas, que serían los extremos del día. El que hace fotografía se levanta temprano, trabaja dos horas, se va a descansar, y en la tarde vuelve a trabajar otro rato aprovechando la cálida luz del atardecer.
    En este viaje utilicé una cámara muy pequeña porque parte del problema es que ya no soy tan joven como para cargar una cámara grande por tiempos prolongados; las mejores cámaras son comúnmente pesadas –cada vez menos– como para andar paseando, y en el mar las arriesgas mucho. Entonces llevaba una cámara, la mejor posible de las de lente no intercambiable, una Leica-Lumix FZ-150, de 15 megapixeles, con telefoto potente para retratar animales, pero sin tripié; es comodísima para andar por ahí, aunque el nivel de ruido del sensor deja mucho que desear. 
    Como quiera, la experiencia fue magnífica. Los bosques de escalesias, que son árboles con gran fronda pero pequeños (alrededor de 1.80 m),
son maravillosos, una experiencia casi sagrada, de contacto muy fuerte con la naturaleza. Esto es lo más interesante, en las Galápagos sientes la naturaleza potentísima, más o menos intacta; lamentablemente la “civilización” avanza amenazando así diversos nichos ecológicos, aunque es importante reconocer que el gobierno de Ecuador parece estar haciendo un esfuerzo serio de preservación en todo su territorio y especialmente en las Galápagos. 

               

       

© Enrique Soto. Piquero de patas azules, tortuga gigante, cactus gigantes (Opuntia ecchios), iguana marina, zayapa, fragatas, iguanas marinas. Galápagos, 2013.

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