Honorio Cruz y los karilunios: una entrevista con el artista
Enrique Soto Eguibar
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Honorio Cruz es un ceramista oriundo de Santiago Suchilquitongo, Oaxaca. Se inició desde joven en el trabajo de carpintería, en el que ya mostró una cierta creatividad, pero no fue hasta que entró a trabajar como ayudante en el taller del maestro ceramista Alejandro Santiago cuando se inició en el oficio. Con el maestro Alejandro estuvo alrededor de cinco años (ca. 2005 a 2010), periodo en que aprendió la técnica y se empezó a capacitar, además, con diferentes maestros, como Claudio Gerónimo, Adán Paredes y Katy McFadden. Entonces, dice Honorio, “fue como me empecé a nutrir del conocimiento de la cerámica”.
¿Qué estudios alcanzaste?
Aquí, en el pueblo, estudié la primaria, la secundaria, me quedé en el segundo semestre del CETIS.
¿Y luego?
Ahí, por cuestiones económicas, ya no pude continuar y fue cuando me metí al curso de carpintería, ¿no?, porque necesitaba un oficio para vivir. Y ya, terminando ese año y medio de carpintería, fue cuando me enteré del proyecto del maestro Alejandro Santiago.
Honorio, habiéndose desarrollado como ceramista en 2017, realizó una estancia de tres meses en Portland, Oregón, donde trabaja una técnica de mucho más alta temperatura que la que utilizan los artesanos en los hornos en México.
¿Tienes algunas de esas piezas o has realizado ese tipo de piezas aquí?
Sí, pero estas ya se vendieron también, porque es una técnica muy bonita, donde el acabado lo da la ceniza, el humo y la alta temperatura; entonces son unos vidriados muy atractivos, por eso se fueron muy rápido. El año pasado, estuve dos meses con otros maestros que hacen cerámica, ahí en Portland. Ahora está programado para el mes de marzo de este 2025, ir a cocer unas piezas allá, participar en más demostraciones y compartir ahí más conocimientos. De hecho, en la estancia previa tuve la oportunidad de exponer en el consulado de México, junto con otras dos compañeras; también expusimos en una escuela de oficios que enseña cerámica y otros oficios, y luego estuvimos en una galería llamada Eutektic.
Me comentaron en la galería Villafaña sobre una pieza tuya que se envió a Nueva York. ¿Tienes ya muchos clientes en Europa, en Estados Unidos?
El problema de los envíos a Estados Unidos es la mayor complejidad que tiene la cerámica, su peso, su volumen... y la delicadeza de las piezas; entonces a mucha gente que viene le llaman muchísimo la atención. Pero nada más de pensar en el en el envío se complica. El costo es de unos 1,000 dólares o algo así...
Sí, eso es costoso...
Mucho más caro que la pieza, a veces, por eso mucha gente duda; sin embargo, pues sí tenemos alguna piececita en Venecia, en Los Ángeles, en Portland, Nueva York, Florida...
Estas experiencias en Estados Unidos, ¿sientes que te cambiaron?
Pues, de hecho, en el 2008, fue cuando participé en la primera exposición colectiva, que fue cuando yo todavía trabajaba con el maestro Alejandro y hubo un curso de diferentes maestros ya posicionados, entre ellos la maestra Ivonne Kennedy, la maestra Claudia Tejada, que ya son reconocidas.
¿Ellas están en Oaxaca?
Sí, ellas están aquí en Oaxaca, tienen hornos, tienen hojas, lo que pasa es que estos artistas fueron a un curso en el taller del maestro Alejandro Santiago y ahí fue donde ellos vieron mi trabajo y me pagaron la quema para que se pudieran cocer mis primeras piezas, y las llevaron a exhibir.
Háblame de Alejandro Santiago
A él, siendo pintor, se le ocurrió la idea de trabajar un proyecto monumental acerca de la migración.
Todo era cerámica de alta temperatura. Y lo hizo, aquí en Suchilquitongo, fue el proyecto que vino a realizar.
Pero eso a veces es raro, ¿no?, porque, yo había dejado de estudiar, aprendía carpintería y de repente el brinco a conocer la cerámica. Realmente fue una oportunidad casual la que me brindó.
¿De dónde sacaste la idea de los toros? ¿Del minotauro? Parece un minotauro, algo griego...
Sí, es que todo va relacionado, el tema de la humanidad, de las plantas, de los animales, todo eso me gusta, como tratar de mostrar la conexión que tenemos con ellos. El toro demuestra alguna expresión emocional, todo es ese tema.
¿Cómo les llamas?
Karilunios, seres con cara de luna y siempre representando los rostros con los astros. La Luna y el Sol.
Siempre conservando la idea de que es parte de la vida, ¿no? Ahí tenemos el maíz, es como una adoración al alimento...
Me sigue dando curiosidad cómo te iniciaste, por qué te metiste en el arte, digamos, de pequeño, ¿te imaginabas artista? ¿Y si dibujabas hacías este tipo de cosas?
Siempre tenía yo la paciencia. Me gustaba mucho hacer piñatas o canastas florales, que se ven sencillas, pero al final de cuentas tiene su paciencia, su forma de poder realizarla. Yo creo que desde que entré con el maestro Alejandro, siempre hacía yo personajes un poco diferentes, porque él nos daba la forma; decía: “hagan los pies, hagan el cuerpo y yo los termino”, porque era cantidad lo que se tenía que hacer (para el proyecto de los emigrantes). Entonces, yo me puse a experimentar e hice diferentes formas, inclusive esa vez trabajamos con el maestro Alejandro en una pieza de tres metros.
En ese momento, me acuerdo mucho, hasta lloró de la emoción. Y es que su tema era un poco social, entonces era como tratar de provocar algo aquí, de que no era necesario irse a Estados Unidos, sino que podrías hacer algo aquí, en tu país.
¿Qué fue de la obra monumental que hicieron?
De hecho, me parece que parte está aquí, en su taller. Y parte está en el parque Primavera que acaban de inaugurar.
¿Dónde es ese parque?
Donde está el mercado del centro, en Oaxaca. Ahí me parece que presentaron algunas piezas, es un proyecto muy impresionante, porque se hicieron 2,500 figuras de buen tamaño y el proceso, la técnica, pues sí es compleja.
¿Por eso no muchos hacen cerámica, ¿no?
Aquí, en Oaxaca, me parece que, de esculturas, son como 3 o 4 talleres. Por eso es que también de repente abro el espacio para que vengan a trabajar otros artistas. Viene el maestro Pantaleón Ruiz; ahorita viene el maestro Sabino Guisu también, que está trabajando otras piezas, y de repente así abrimos el espacio para que puedan venir.
¿Y con Francisco Toledo tuviste alguna interacción?
Nos conocimos porque coincidíamos en algunas partes, pero no, no tuve la fortuna de tener trato directo con él. Realmente para mí fue el maestro Alejandro el que me dió la oportunidad de conocer la técnica de la cerámica, lo cual le agradezco muchísimo al maestro Adán Paredes; entré a su taller para mejorar la calidad del material y los acabados. El maestro Javier Cervantes, Katy McFadden, Claudio Gerónimo, o sea, he ido como absorbiendo conocimientos de diferentes maestros. De algunos he podido tomar cursos, como del maestro Gustavo Pérez, ahí pagué un curso, también de la maestra Graciela Olio. Y así se ha formado el taller.
Tienes una pieza con ballenas, diferente a todo lo que habías hecho.
Sí, esa la preparamos para unas presentaciones en Cancún; entonces, como es más costa, más playa, tocamos más el tema de los animales marinos.
¿Qué tanto te fuerza el mercado a hacer cierto tipo de cosas o a un cierto ritmo, más allá de lo puramente artístico?
Pues... en parte; hay algunos que me dicen “quiero una ballena”, pero al final de cuentas yo lo trabajo a mi estilo. Entonces, como ese de la ballena, pues también siempre tiene los personajes, ¿no?, el Sol, la Luna. El mar, ajá sí, sí, al final de cuentas todo está basado en el arte. Lo importante es la interpretación, cómo se pueden interpretar las texturas, los colores. Este material está cocido a 1,280 grados, realmente es complejo. Para mí, esta pieza es sorprendente porque se logró más o menos el acabado que quería yo. Con muchas piezas el resultado es complejo, porque a veces los colores se van a oscuros o salen totalmente diferentes de lo que uno quería.
El material tiene su propia vida, ¿no? Hay una cerámica que hacen en Puebla, la talavera, ¿has visitado los talleres de talavera en Puebla?
¿De Talavera?, no, pero sí algunos talleres ahí de cerámica.
El barro que usas es barro Zacatecas...
Bueno, así lo registraron como la marca y al parecer también lo sacan en Zacatecas y lo mandan a la Ciudad de México, y ya nosotros lo adquirimos ahí.
Es un material bastante refractario. No he sabido de algún lugar aquí en Oaxaca que lo venda. Y todos los barritos de acá, pues son como para un poco más baja temperatura, si nosotros cocemos ese barro a esta temperatura se vitrifica y se vuelve vidrio. Entonces nos da mayor volumen, más soporte para poder realizar las piezas más grandes.
Hacemos una mezcla en que al barro Zacatecas le ponemos una pasta, que es para vaciado, para que nos dé plasticidad; le ponemos el feldespato para que nos ayude a vitrificar un poco, y le ponemos una pasta que se llama 931. También; entonces lo mezclamos, para conseguir mejor plasticidad y soporte, y para buscar que vitrifique bien el material.
¿Y los colores?
Para eso se hace toda la combinación. Y ya los colores, pues se añade cobalto, estaño, o titanio.
El cobalto queda azul, el titanio blanco, y mezclado con óxido de hierro negro nos sale un amarillo. Un verde como este. Bueno, es un vidriado, ese es ya el más complejo.
La mayoría de tus obras son colores mate, tienen muy poco brillo.
Lo que pasa es que los míos son más engobes, óxidos puros. Y ya los otros son vidriados. Para eso le meten más fundentes como el feldespato, el talco. Hay varios minerales que hacen que queden vidriados.
¿Qué tanto se cuidan, por ejemplo, del plomo y el cadmio, que son muy tóxicos?
Pues siempre tratamos de cuidarnos en ese sentido. Creo que a la altísima temperatura es difícil que se resista, que siga el plomo, por lo menos queda vitrificado. Nos han comentado que el cobalto es el más fuerte.
¿Y tu familia?, ¿viven tus papás?
Sí, ah...
¡Qué bueno, felicidades! Se que tú tienes 37 ¿y ellos?
Soy el penúltimo de nueve hermanos, entonces pues ya mis papás son grandes; mi papá creo que tiene como 83 años, y mi mamá tendrá como sus 73 o 74, son personas que fueron bien hechas, están bien y mi papá aún se va al campo.
¿Trabaja el campo?
Toda su vida ha sido campesino, pero lo trabaja con una ansiedad, un placer que... ¡híjoles! Tiene unas tierritas donde cultiva maíz, calabaza, frijol; tiene algunas vaquitas, un caballito, unos burritos, entonces esa es su pasión. Yo me acuerdo que, antes, a las cinco de la mañana nos levantaba para ir a cortar zacate, sí, es una persona que se apasiona por el campo.
¿Y tú mamá qué hace?
Mi mamá hace la casa todo el tiempo.
¿Y tus hermanos?
La mayor está con mis papás, ahorita le ayuda a mi mamá; mis otros hermanos trabajan. Una de mis hermanas que tengo en Estados Unidos, igual emigró.
¿Con su pareja o sola?
Se fue sola y se juntó allá, tuvo una niña, se separaron y ahora vive sola con su hija. En Las Vegas. Fui a verla el año pasado.
¿No te hicieron problemas para la visa?
No, porque tenías invitaciones. Tuve la suerte de que la maestra me consiguiera invitaciones por parte del consulado y por parte de Tlacama, la escuela de allá, y ya con eso pues me alivianó bastante. Sí, sí, me dieron la visa.
Si tienes un pariente migrante se ponen bien pesados para la visa, ¿no?
Bueno, de hecho, no lo mencioné, pero ahora sí voy a ver a mi hermana, la visito y todo, ¿no?, claro, aquí tengo toda mi vida. Aquí también nosotros podemos salir adelante, este es un terrenito que me heredó mi papá. Cuando lo vi nadie lo quería.
¿Por qué? ¿está muy alto?
Estaba muy alto y pues, si no se le mete trabajo, no sirve. Pero aquí le he invertido mucho trabajo para aplanarlo.
Está precioso el paisaje, se ve todo el valle. Estoy construyendo lo que va a hacer mi casa, podríamos decir, pero la parte de arriba estoy pensando que va a ser una galería, por ahora.
¿Eres casado?
No, hasta ahorita no.
Vivo con mi hermana y mi sobrina; no, no soy casado, la verdad es que a la cerámica hay que dedicarle mucho tiempo. Y sí, decía un maestro, es una de dos: o la cerámica o la pareja, ¿no?
Pero pues, bueno, yo todavía no pierdo la esperanza de, tal vez adelante, tener alguna relación.